viernes, marzo 31, 2006

Gracias a Dios no soy el único

Este excelente artículo lo compartió un amigo mio de la universidad. No se si tenga que pedir autorización al autor, sin embargo lo publico corriendo el riesgo de meterme en un problema, aunque creo que yo tengo el mismo fin que él: SACAR LA GENTE DE LA IGNORANCIA, LA RESIGNACIÓN Y EL TRIUNFALISMO. El autor es el Señor Hernando Llano Ángel.

Uribe y el miedo a la democracia
Calicanto

Por Hernando Llano Ángel

Gran polémica ha suscitado la negativa del Presidente y candidato Álvaro Uribe a participar en los debates de CNN y el periódico El Colombiano, eludiendo así la confrontación y la controversia democrática con los demás candidatos. Los asesores de la campaña del Presidente-candidato consideran que dichos debates no son relevantes, pues difícilmente girarían en torno a propuestas programáticas y temen que derivarían en ataques personales contra el Presidente, lo cual sería un irrespeto a la majestad del primer mandatario. Así lo expresó a RCN, Ricardo Galán, jefe de prensa de la campaña uribista.

De entrada, este argumento es muy revelador de la concepción de democracia del Presidente y sus asesores de campaña, pues desconocen el presupuesto fundamental del poder democrático, como es la deliberación de todos los miembros de una comunidad en condiciones de igualdad, sin ampararse en criterios de autoridad, como el del “primer mandatario”, para eludir el examen de sus políticas durante estos cuatro años y el resultado de las mismas. Pero, sobre todo, es un argumento que pone de presente el miedo y la incoherencia del mismo Presidente Uribe frente a la democracia, pues en su “Manifiesto Democrático”, cuando era un simple candidato, consignó en el punto 41 lo siguiente:“…los argumentos son las únicas armas validas de la lucha democrática”. Argumentos que ahora teme enfrentar en boca de sus adversarios y evade refugiándose en su pedestal de primer mandatario.

Prefiere el escenario de las emisoras populares, los supuestos “Talleres democráticos” y los “Consejos comunitarios”, donde cabalga presidencialmente sobre una audiencia cautiva, casi totalmente domesticada y seducida por su verbo de “culebrero”, que incluso es capaz de vitorearlo y aplaudir expresiones tan antidemocráticas e impropias de un primer mandatario como: “Hay que linchar a los corruptos, nada de pañitos tibios, compatriotas: linchemos a los corruptos”, pronunciadas durante el reciente “conversatorio empresarial” con los microempresarios en Santa Marta. De allí, que no sea sorprendente que uno de sus ex funcionarios diplomáticos la haya emprendido a golpes contra una distinguida dama, simplemente porque ella expresó su desacuerdo con la reelección de Uribe, como lo revela en sus “Confidenciales” la revista Semana en circulación. Es esta idea y práctica de la democracia la única aceptable para Uribe y sus asesores: la de las audiencias sumisas, que aceptan espontáneamente las reglas diseñadas por el primer mandatario para debatir y dialogar. Una “democracia de caballistas y arrieros”, acostumbrados al unanimismo de los rebaños y temerosos de la controversia y el debate ciudadano, donde siempre el primer mandatario lleva las riendas y la audiencia consiente pasivamente sus directrices y órdenes paternales. A fin de cuentas así lo dejó expresado en el punto 100 de su famoso “Manifiesto”: “Miro a mis compatriotas hoy más con ojos de padre de familia que de político”. Exactamente todo lo contrario de lo exigido por una democracia moderna, donde sus gobernantes deben mirar y tratar a sus conciudadanos como soberanos, como iguales y no como menores de edad, con quienes debe debatir, dialogar y concertar, antes que ordenar, regañar y castigar, como es lo predominante en su hipócrita estilo de padre bonachón. Padre al que se podría aplicar el famoso refrán según el cual “No hay enseñanza más perversa que un buen consejo seguido de un pésimo ejemplo”. Pero más allá de la asistencia o no del Presidente-candidato a los futuros debates, vale la pena traer a colación esta célebre reflexión del Libertador, aplicable personalmente a quienes se disputan hoy, desde orillas opuestas, ser sus legítimos herederos políticos en la región Andina: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”, Simón Bolívar, Mensaje al Congreso de Angostura (1819).

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